sábado, 24 de septiembre de 2011

La poética y la payada


No deja de admirarme nunca escuchar hablar a la presidenta. No se trata de la banal admiración por alguien que "habla lindo", sino de la profunda resonancia que su discurso, pleno de conceptos, ideas y definiciones, causa en muchos de quienes escuchamos. Su palabra origina debates, intercambios. De los lindos, de los que tiene un trasfondo. Es como si la palabra convocara a la palabra, las ideas a la argumentación. Las ideas esgrimidas desnudan la estupidez de la oposición misógina o gorila. A las ideas debe discutírseles en el mismo nivel o quedamos fuera del juego.
Cristina Fernández aspira a un arte mayor en su discurso, a una poética cuestionadora que origina ideas y desenmascara idiotas. Este arte mayor, es el motor que moviliza al mundo. Creo que está claro que no digo que el artista siempre tiene razón sobre lo que expone. Sí la tiene en que, aún siendo taxativo, nunca cierra el diálogo, nos permite confrontarlo, evidenciar sus puntos débiles, hacer fuertes nuestras propias convicciones.
Así como existe un arte en la política, movilizador y cuestionador, hay algunas pinceladas cuasi artísticas que no llegan a revestir tal carácter. Son a la poética, malabarismos de payador. Cada sílaba tónica es experimentada como un triunfo, una rima como un orgasmo. Y a ver si con eso alcanza para que el efecto multiplicador de los medios nos posicione bien en el Olimpo.
Los payadores en la política argentina abundan. Asoman sus cabezas y nos gritan su verso a la cara. Ingenioso o no, pero siempre solitario. Hay payadores de verso legendario (no positivo, por ejemplo), cuya identidad nadie recuerda, parejas de payadores a media letra (Ricardito y Colorado o Puntano y Mafioso) que no llegaron al final de la décima, payadores que no se molestan en conocer lo que es un verso octosílabo y que, como aquél que debía resolver el oscuro acertijo de la vaca, se contentan con recibir instrucciones al oído de sus funcionarios en la Ciudad de Buenos Aires. Payadores megalómanos, constructores de un mundo tan conspirativo, tan 2012 y tan improbable.
No crea el lector que la clasificación llegó a su fin. Si bien es cierto que la madre de Dorrego desea terminar para dar paso a asuntos menos importantes pero tanto más urgentes, no sería justo monocromizar políticamente a la payada. Porque también hay payadores electrónicos, que se suben al escenario munidos de guitarra eléctrica y amplia sonrisa; a medio camino entre el pastor Gimenem y el Rey Palito.
El Payador Mayor los mira orgullosos a todos, propios y ajenos. Sólo él le disputa la media letra a cualquiera. Inventor de la payada-show, especie de talk show multitemático donde siempre tendrá el décimo verso. Sus temas son universales pero sus intereses sumamente municipales. Anda con un tacho pintando el mundo, pero su aldea, hasta ahora, se pinta sola. El Gran Aníbal sufre la ambivalencia del artista incomprendido, su verso anda cruzando los Alpes pero por el Gran Buenos Aires, es más bien un pelotazo en contra.

viernes, 23 de septiembre de 2011

¡A la derecha!


Nuestro país, gobernado por ideologías conservadoras, en la mayor parte de su vida política, se ha impulsado muchas veces hacia un tenue progreso por el empuje de un pueblo con necesidades básicas insatisfechas o simplemente por el deseo de ser parte del consumo al que sólo muy pocos tenían acceso. Esto se ve claramente durante los períodos democráticos donde el voto funciona como aliciente para moverse en beneficio de los ciudadanos ( la tan mentada idea de que los políticos solo hacen cosas cuando se acercan las elecciones, es muestra de ese aliciente al que me refiero). Los períodos de gobiernos militares no tienen en cuenta este criterio de exigencia. El retroceso del bienestar es sumamente veloz porque nadie puede ejercer la presión democrática antes mencionada, y cualquier tipo de intención de llevar adelante proyectos de mejoras para los sectores mas vulnerables son rápidamente aplastadas por quienes además del poder político ostentan el poder de la fuerza que siempre esta del lado del conservadurismo mas recalcitrante.
Pero los gobiernos son la resultante de sus sociedades, es decir que el conservadurismo de los que mandan es un reflejo del conservadurismo de quienes los votan.
Asi que, resumiendo, el pueblo estaría por razones de supervivencia un poquito apenas a la izquierda de su gobiernos, pero no más.
Hoy esta sucediendo todo lo contrario. Estamos frente a un gobierno que se ha puesto delante del pueblo, y toma iniciativas constantes que producen cambios fuertes que son muy difíciles de asimilar. Hasta el punto que podemos escuchar a jóvenes que, cual discurso de viejo gaga, dudan de ciertas leyes progresistas, algunas de ellas por las que hubiésemos dado lo que sea para que fuesen realidad cuando nosotros éramos jóvenes. Este gobierno ha puesto en general a los ciudadanos bastante a su derecha, incluyendo a muchos de quienes los votan. Siendo un gobierno de centroizquierda, nos ha puesto a todos a su derecha, por eso nunca discutimos como podemos hacer para que algunas leyes que se votan sean más inclusivas aun, sino que nos enojamos porque consideramos siempre al otro no merecedor de los beneficios de la ley votada. El retraso de bienestar que hemos sufrido como habitantes de esta nación, provocados por gobiernos pusilánimes, genuflexos, despiadados, violentos y asesinos, nos ha puesto en la unica alternativa de movernos con rapidez para recuperar lo perdido. Eso está haciendo nuestro gobierno, intentemos aunque más no sea entenderlo, para no ser los responsables de poner palos en la rueda de nuestro porvenir.


martes, 20 de septiembre de 2011

Pura copia

Estoy leyendo un libro de Jose Pablo Feinman que se titula " Peronismo Filosofia politica de una persistencia argentina " y he querido por medio de este blog recomendarlo fervorosamente y ademas tomarme el atrevimiento de transcribir textual un parrafo del capitulo "El dia de la militancia " cuyo subtitulo es " Si la juventud no salva esto no lo salva nadie " . Ahi va: El fervor revolucionario de toda una generacion de jovenes, un fervor que encontraba su cohesion en torno al peronismo, que el peronismo y el lider prohibido y las masas postergadas y la torpeza de la Argentina gorila, conservadora, reaccionaria y macartista, habian nucleado, habian dado forma de rebeldia, habian transformado en descontento revolucionario, en ambicion de una sociedad mas justa. La juventud se sentia protagonista, sentia que era parte de la historia y hasta que la estaba haciendo. Se burlaba de la bronca de sus viejos, de sus concejos llenos de sabiduria gorilona. No les importaba saberlo. O tenian mejores lugares donde averiguarlo. La plenitud estaba ahi. Era irresistible. Habia que ser parte de ella.
La respuesta fue una matanza tan descontrolada, una sed de venganza tan impiadosa, fue tan enorme la necesidad del castigo ejemplar, tan deliberado el plan de introyectar el terror en la sociedad para dominarla durante decadas, tan asesinas las bandas que ejercieron la represion, que miles, miles de jovenes, obreros y profesionales e intelectuales murieron por nada. Porque no habian hecho nada. Nada como para morir. Nada para morir ademas, como murieron. Porque no debieron haber muerto. Murieron victimas de un delirio represivo, de una matanza paranoica, de una locura de muerte y de crueldad que se desato desde el poder. Entre los aterrados que permanecian en el pais, o porque aun no se habian exiliado, o porque no podian hacerlo o porque no querian, solian hacerse cautelosas reuniones para evaluar la seguridad. Nunca se llegaba a ninguna conclusion. Solo una: se mataba a mansalva. La frase que se decia era: " A cualquiera por cualquier cosa ". Nadie esperaba algo asi. Ninguna juventud pago mas caras sus rebeldias. Si aceptamos eso que se dice, que siempre se paga un precio por los pecdos de juventud, el precio que pagaron los jovenes del 70 fue - cuanto menos - demasiado alto. Seguramente pecaron demasiado, se exedieron en sus pecados. Pecaron, antes que como jovenes, como sujetos, como protagonistas de un cambio historico revolucionario. Y eso, los padres terribles de este pais de orden, lo castigaron hasta mas alla del horror.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

"On ne tue point les idées..."


Hace poco se cumplió un nuevo año del fallecimiento de Domingo F. Sarmiento, hijo de Paula Albarracín, nuestra Penélope autóctona. Mi hijo de 9 años se me acercó a contarme sobre lo aprendido en la escuela.
- Fue un maestro...
Como Epicuro, aquel derribador de mitos de la Grecia clásica, contesté con la cita dubitativa de un reconocido párrafo de su cosecha:
- No trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país.
Reconozco que no obstante la esencia miserable de esas palabras, este fragmento de una carta al general Mitre me parece literariamente genial.
Seguí contándole a mi hijo algunas otras apreciaciones sobre los indios, los huérfanos, etc. En un momento me dijo:
- Entonces, todo lo que dicen que hizo de bueno es mentira.

Hasta ahí el diálogo, que continuó, por supuesto. El 11 de septiembre, compartí en las redes sociales algunos de estos textos, recibidos con evidente beneplácito por los entusiastas militantes del campo popular. También me reconozco vecino de esos terrenos del pensamiento político pero creo haber contribuido con mis citas a una cierta pérdida de perspectiva. ¿Por qué digo esto? Porque creo que Sarmiento nos es necesario. Con su exuberancia verborrágica, su maradoniana desfachatez política, su culto por la ilustración europea, su hiperbólica construcción del discurso, atravesó toda la historia argentina y dejó en su camino algunas buenas semillas que hacen del argentino un personaje contradictorio, inconformista y, siempre, indescifrable. Como conjeturara Borges (el uso del verbo es forzado) en su Poema a Sarmiento: "Es alguien que sigue odiando, amando y combatiendo". Georgie percibió su sombra arrojando bombas sobre el pueblo en la Plaza de Mayo, pero no es el único. Sabemos que reacciona iracundo al grafitti de "Alpargatas sí...", que cada 270 pesos de Asignación Universal es un golpe a su sensibilidad y que, muy probablemente, marche junto a los estudiantes chilenos por una educación universitaria pública y gratuita.
Muchos no lo quisimos nunca, pero tampoco pudimos abandonarlo. Hay un maestro zen que dice que al agua caliente se la entibia con agua fría. Eso me llevó a mostrarles a muchos el peor Sarmiento, para luego, más aclimatados, asegurar que no podemos echarlo al olvido porque nos pertenece intrínsecamente. Social y personalmente nos ha dejado esa marca cipayona difícil de ocultar bajo cualquier máscara que elijamos.
Casi olvido referirme a esa frase magistral que titula este artículo, cuya traducción es Las ideas no se matan y que, al decir de Sarmiento, el gobierno de Rosas debió enviar una comisión para descifrarla (tal la barbarie de estas gentes). Es llamativo, en el contexto de la ilustración, que Sarmiento atribuya erróneamente la frase original a Fortoul. Ricardo Piglia escribirá sobre este hecho que "la literatura argentina se inicia con una frase escrita en francés, que es una cita falsa, equivocada". Aún atravesada por la indómita marca de la barbarie, expresada en el equívoco, es una cita contundentemente libertaria. De chico, yo me la imaginaba escrita en las laderas de Los Andes y, años después, pude homologarla a la maravillosa "¿quién amuralla una voz?" del español Miguel Hernández, cautivo del franquismo. Como no se matan, no podemos matar la influencia sarmientina sin dejar de ser esencialmente lo que somos. Dejar a Sarmiento implica abandonar nuestro ser argentino. Como la utopía gorila de aplastar al peronismo. Es posible, pero es un grado de abandono de la propia identidad tal, que resulta impensable desde la realidad concreta.
"Las ideas no se matan" dijo Sarmiento y su palabra es tan poderosa que encandila y nos ciega para entrever su continuidad inevitable, contradictoria, subyacente e históricamente repetida: "... hay que matar a los que las piensan."

jueves, 8 de septiembre de 2011

Disquisiciones universales al pasar por la puerta del Banco Nación



El siguiente es el texto encontrado en un trozo de papel en el piso de la peatonal de Florencio Varela. Su autor nos es desconocido, no obstante nos tomamos la atribución de reproducirlo para nuestros lectores. Falta la primera parte.

"… por eso a mí los pobres me importan tres carajos. Cuando me detengo en un semáforo y una inocente criatura se pone a revolear tres pelotitas por el aire, lo mando a laburar. A él y a sus padres. Si el “artista” es un rasta amigo del faso, lo insulto sin más. De nada sirve mandar a laburar a un tipo con esa facha.

Que le den la asignación por hijo a gente así me da asco. Es cierto que cuando en los noventa se hablaba de desempleo yo miraba a Europa y elogiaba su sistema social. Pero lo que en Europa me parecía un estado responsable, ya sin el prisma del Atlántico por medio, me parece un reproductor de vagos y ladrones. ¿Cómo reciben plata si no trabajan? Ahora la yegua les aumentó a 270 pesos (que pagamos todos). ¡A los vagos que no trabajan! Algún zurdito medio intelectual me comenta que la ruptura del tejido social, de la industria, de la cultura que se sufrió durante 15 años no puede arreglarse en un santiamén. Je je. Boludeces. Si les dan plata no van a trabajar nunca, porque si laburan pierden el subsidio. Alguien me dice que no (un voluntariosos militante K, seguramente), que la característica de la asignación universal es que no se pierde al conseguir trabajo, porque es la misma asignación que tienen los trabajadores. Bueno, pero los trabajadores la reciben a cambio de sus prestaciones laborales, se rompen el culo todo el mes para cobrarla, eso fue toda la vida. El militante se fue pero un tipo bajito con pinta de garca me dice que las asignaciones famliares históricamente representan un retorno del estado hacia el ciudadano para mejorar el poder adquisitivo y recibirlo es un beneficio y no representa remuneración alguna, y por supuesto (agrega) que no fue así toda la vida.

Claro que lo que no dicen es que los punteros políticos se quedan con el 10 por ciento de esta plata y así siguen amasando sus cuantiosas fortunas. Ah, acá me comentan que la tramitación es personal y no se hace mediante una organización como ha pasado con los planes y las cajas y ese tipo de subsidios.

Me alejo de tanto sinvergüenza que se mete en mis pensamientos con sus ideas populistas. Qué sabrán ellos. Me hablan de solidaridad. Me importa tres carajos la solidaridad, que haya generaciones enteras marginadas de los sectores productivos por una política educativa, económica y laboral devastadora, me parece una idiotez que no justifica que les den 270 pesos de mi bolsillo.

Caminando por el centro veo a estos pobres (Nota de La madre de Dorrego: el original dice “negros”) comprando arroz, carne, fideos, zapatillas, televisores; y me doy cuenta de algo sustancial: como estos tipos no tienen plata y viven al día, todo lo que tienen se transforma en consumo, con lo que, mientras el 21 por ciento vuelve al estado por impuestos, el 79 restante moviliza la economía de toda la sociedad y permite que almacenes, negocios de ropa, taxis, fabricantes de sanitarios, jugueterías, etc; sean los beneficiarios definitivos de esa asignación. La verdad que visto así me doy cuenta de que de allí recibe el dinero mi empresa para pagarme el sueldo y que de no ser por este dinero, tal vez muchos comercios de la periferia estarían en vías de extinción. Así sí, me gusta que el estado reconozca a los que verdaderamente queremos contribuir con el crecimiento de esta bendita nación."





miércoles, 7 de septiembre de 2011

La laguna de Chiche


En Psicopatología de la vida cotidiana, Sigmund Freud analiza la naturaleza de los olvidos y las lagunas mentales. En líneas generales, afirma que unos y otras dan testimonio de una fuerza, acaso inconsciente, opuesta a la voluntad explícita. Fuerza que encontraría su origen en la pena, el desagrado, la antipatía que el evento, nombre o suceso olvidado representa para el sujeto.
En estos días, el tristemente célebre Eduardo Alberto Duhalde, insistió en sus inconsistentes denuncias de fraude. Uno tiende a observar con cierta conmiseración al ciudadano de a pie que intenta proteger su concepción de orden de la existencia (en la que ser oficialista ocupa un lugar muy bajo), escudándose tras estos análisis endebles. Tal mirada virtuosa muta hacia la indignación cuando alguien que se considera estadista intenta vendernos un castillo de naipes desde su inmobiliaria de Banfield.
A los efectos de explayarse en estas consideraciones, Joaquín Morales Solá entrevistó a la señora esposa del malogrado político (uso el adjetivo un tanto libremente). Ella habló sobre la empresa informática que estuvo a cargo del escrutinio. Dijo que esa misma empresa estuvo a cargo de escrutinios sospechados en Ecuador y en Venezuela (Oh casualidad, dijo) . El conductor le preguntó por el nombre de la empresa, pregunta incisiva ésta, que nuestra otrora manzanera no supo contestar. Había olvidado tan importante detalle de su argumentación.
Pero no busque desesperadamente en internet, querido lector. La madre de Dorrego, que es una especie de manzanera informática, quiere ahorrarle el trabajo. Averiguamos que la empresa se llama Indra. Este nombre trae a mi memoria un bello concepto budista, el de la red de Indra. Ésta es una red infinita que posee, en cada una de sus cuadrículas, una joya. Cada una de estas joyas refleja a toda la red con todas sus joyas en un proceso de reflexión infinito. Podemos recibir de esta imagen, el concepto de un cosmos interdependiente, una síntesis superadora de la dicotomía individuo - sociedad, cuya discusión podría iluminar, en materia política, las problemáticas de la libertad de los ciudadanos y la acción controladora del Estado, cuando esa libertad pudiera estar en conflicto con intereses del conjunto.
Cuando percibo esa imagen de la red, que el escritor budista Alan Watts graficó como una infinita telaraña empapada de rocío, no puedo dejar de pensar en la solidaridad. En la comprometida, en la que el sufrimiento de otro ser me cuestiona, me lleva a la indagación originaria sobre las proporciones desiguales que los paretos cotidianos esgrimen como axioma irreversible de la codicia de los 20 por ciento de ciudadanos. En un artículo anterior publiqué un poema, en forma de voto, del maestro zen Robert Aitken. Hace alusión, en otro poema, a esta desigualdad:

Cuando los recursos son cada vez más escasos;
hago voto con todos los seres
de considerar la ley de la proporción:
yo tengo porque otro no tiene

Pero Chiche y su marido, que también añoraban el 20 pero llegaron al 12 y prefieren no hablar de las medidas del gobierno que han atenuado la desproporción cuasi bíblica, no pueden recordar a Indra, no les sale de la desmemoria un concepto en el que la codicia y el poder descontrolado perjudican a toda la sociedad y se esparce con la impunidad del reflejo a todo el cosmos. Sólo se reflejan a ellos y pretenden multiplicar la escasez de votos como los magos, a fuerza de espejos.


lunes, 5 de septiembre de 2011

Mail


Son varios los mail que he recibido explayándose con una cantidad de motivos por los que no debería votar a Cristina. No viene al caso enumerarlos todos, sólo quería detenerme en uno que recibí 5 días antes de las primarias ( mail que esta a disposición de quien lo solicite ). En este se me informa que hay un poco más de 1.000.000 de bolivianos y paraguayos esperando del otro lado de la frontera la orden para cruzarla, retirar sus documentos argentinos y votar a Cristina a cambio de planes sociales y otros beneficios y se me advierte que estamos a tiempo de evitarlo. Lo que no se dice es cómo. ¿Qué deberiamos hacer ? ¿ no votar a Cristina ?. En ese caso el mail debería convencer a más de 1.000.000 de argentinos que no la voten para equilibrar los votos bolivianos y paraguayos ( hoy con los resultados a la vista vemos que eran 8.000.000 los bolivianos y paraguayos que votaron a Cristina ), o deberíamos haber ido a la frontera a detener el éxodo, aunque estariamos a más de 500 km y no podríamos votar, los cual aumentaria las posibilidades de Cristina. Era indudablemente una jugada magistral, estabamos ante un movimiento de pinzas y la derrota era inevitable, de ahora en más cuando me pregunten por qué la vote, diré: por esa genialidad sin antecedentes en el mundo.
Ahora bien ¿ qué pasa con el voto de aquellos que votan por el plasma, un plan social o cualquier otro beneficio, criticado por los dueños de la tierra y el poder, estos a quienes la oligarquía y la clase media ilustrada consideran votos de quinto nivel? Puede que el voto plasma sea oportunista, no sé, pero tiene el sentido común de quien sigue a los que lo benefician, lejos muy lejos de aquellos que teniendo la educación de la que alardean, mandan estúpidos mails dignos de analfabetos.

Carta abierta a los domadores maradonianos


Queridos domadores maradonianos: que insistimos desde hace años que una cosa es el Diego futbolista y otra el Diego persona; que nos deslumbramos ante cada maravilla dribleadora del diez y nos indignamos por dos balines de aire comprimido; que hemos llorado sin pudor con cada toque sutil que Diego tranformaba en gol y somos preceptores amonestadores de la vida vertiginosa de los otros; que le rogábamos casi de rodillas no perder con los ingleses y desgarrabamos nuestras gargantas con el gol mas extraordinario que se haya visto en un mundial y nos lamentamos de los que se abrazan con Fidel y Chavez; que tranformamos nuestro mal humor en alegria desbordante cuando Diego dijo si y volvio al futbol para clasificarnos al mundial 94 y y nos jode que un villero ocupe lugares que no merece.
Aquellos que todavia no hemos comprendido que el cerebro que ordena el caño es el mismo que ordena el "la tenés adentro"; que el cerebro que ordena el chanfle perfecto es el mismo que ordena "seguirla mamando"; entenderemos alguna vez que no hay dos cabezas? solo hay una, la que nos regalo su magia futbolera y la que nos obliga a tragar los dieguisapos. Un Diego domado es un Diego sin genio, una conducta publica irreprochable son 40 pases mal dados. Diego es uno solo, indivisible y tal vez todos los genios lo sean, no sé, pero el Diego es asi, y asi lo quiero, asi lo banco, con la imagen del brazo guevarista y el recuerdo de un Fillol desparramado.
Nosotros que andamos por la vida como patos criollos y no sabemos siquiera si la concluiremos con un buen centro, deberiamos comprenderlo.

jueves, 1 de septiembre de 2011

"Recoger los pedazos con cuidado..."


Estos días han sido tristes. Con la tristeza profunda que sólo consigue la esperanza. Una sociedad, casi en totalidad, recorrió los medios para informarse sobre la suerte de Candela. Sobre el temor, sobre la urgencia se montan, y es lógico, el rumor, la paranoia, las enemistades y hasta el desinterés, como método de defensa.
Cuando el final, previsible claro, fue el hallazgo del cuerpo; por las redes sociales y los medios se desató una catarsis social que puede ser dolorosa, acertada o no, pero siempre auténtica. Me refiero a la respuesta de la gente común, que no cuenta votos ni billetes al final del día.
Pero más allá de los intereses particulares o no, de los amagues y desocultamientos, a la sociedad algo se le rompió adentro. Y nuestras posturas ideológicas, nuestro ordenamiento de la realidad, sufre el desbande propio de las catástrofes. Los dedos agarrotados de la mano dura nos acusan a quienes concebimos la justicia de otra manera y nosotros, los garantistas de los derechos intentamos defendernos, aunque no sabemos de qué ni de quiénes. (Nota: "mano dura" y "garantistas de los derechos" son categorizaciones con muy poco sentido, y menos en un marco de atravesamiento emocional tan desgarrador).
Es evidente entonces, que quienes buscamos justicia, unos y otros, nos empezamos a atacar, quizá por no saber, a ciencia cierta, en qué lugar se encuentra nuestro enemigo. Hay, entre dos polos muy contradictorios, una diferencia ideológica insalvable y no es mi intención apelar a uniones quiméricas en defensa del bien común. La totalidad superadora no es un puerto al que pueda arribarse sin conflictos. Y tales conflictos podrían desangrar las heridas, ahora en carne viva, si nos obstináramos en recrudecer las contradicciones en este momento.
Resolver esta paradoja, de lograr resultados concretos en la seguridad de la población sin abandonar el posicionamiento ideológico y, sin embargo, sin extremar las antítesis, resulta un desafío social que valdrá la pena enfrentar con respeto y, si se me permite, mucha humildad.
En medio del desamparo en que quedamos todos, accedí a estos versos de Robert Aitken, que son votos de naturaleza budista, uno de los cuales impactó en mi alma golpeada:

Cuando algo se rompe mientras trabajo
hago votos con todos los seres
de usar la energía que brota de la pena
y recoger los pedazos con cuidado

Pude sentir, en su lectura, que una sociedad abocada a la esperanza, fue atacada en su dolor más íntimo. Que la pena nos brinda una posibilidad que va a diluirse inevitablemente, por lo que esta energía de trabajar, exigir y dar es aprovechable ahora. Y que los pedazos angulosos, romos o afilados en los que se fragmentó esa esperanza individual que éramos, necesita el trato compasivo de cada uno de nuestros corazones. Un trozo en punta puede cortarnos ahora, pero formó parte de esa unidad que fuimos, esa completud visible y concreta, en el sueño de un final feliz que no tuvimos.