miércoles, 21 de marzo de 2012

En la patria del Chueco

Un hermoso ser humano, como vos, como él, como yo... Nacidos a su vez del vientre de otros hermosos seres humanos, que a su vez nacieron.....
Todos componentes de un mundo de ilusiones y deseos, a veces cumplidos y a veces no.
Quizás truncados por nuestra propia impericia o por el egoísmo de nuestros congéneres o por la mezcla de ambos. Otros consiguen redondear más o menos positivamente sus metas, algunos basados en que otros no logren las suyas.
Esa lucha entre lo que deseamos y lo que realmente conseguimos, puede que sea la lucha de la vida, puede ser intrínseca al ser humano, o la visión que Dios pensó que deberíamos ser, nosotros, post pecadores.
Y la guerra como el elemento terminal de una imposibilidad de "acuerdo civilizado", o de demostración de poder, intereses o sólo porque a alguien se le cante, viene a ser el agente externo que se entromete negativamente en la ya de por sí complicada existencia humana. Ya he hablado de Malvinas en otra nota, discutí la posición de padres de clase media que pedían el regreso del servicio militar, de los muertos que dejó y los suicidios posteriores, de los ex combatientes pidiendo en los trenes, colectivos y calles de Buenos Aires hasta que este gobierno les dio la merecida y tardía pensión que desde hace unos años reciben.
Pero una noticia sacudió este universo de situaciones naturalizadas por la costumbre y la rutina de la desgracia. Aparecio un ex combatiente en Tacuarembó, Uruguay; viviendo como ciruja, revolviendo basura, sin domicilio fijo, durmiendo donde podía, dado por muerto por su familia, que arrojarían flores en una tumba ficticia creada por el dolor de una pérdida inconsolable.
No tiene nombre para mí, el nombre produce el efecto de identificación y casi la imperceptibilidad de la desgracia. No faltaría quien dijera "bueno, es uno". No, no tiene nombre, tiene una vida que terminó lejos de sus ilusiones adolescentes y que crea la incógnita de cuántos más pueden ser.
En Tacuarembó nació el Chueco Maciel. El poeta y músico Daniel Viglietti decía de él que "encuentra la triste basura donde viven mil, encuentra la muerte, encuentra el silencio de aquel cantegril" ( villa miseria). Asaltaba bancos y compartía, como antes el hambre, el botín. Odiaba las injusticias y la terrible desigualdad. Aprendió el dolor mirando a la madre y a su hermano.Y pedía el poeta "los chuecos se junten bien juntos, bien juntos los pies, y luego caminen buscando la patria, la patria de todos, la patria Maciel. Esa patria chueca que no han de torcer, con duras cadenas los pies todos juntos hemos de vencer".
Allí estaba este argentino, ex combatiente y marginado de la vida. ¿Casualmente allí?

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