martes, 31 de enero de 2012

Que no sea una caída

Hace aproximadamente un año y medio, me tomé el trabajo de leer enterito los autos del juez Garzón en relación a la investigación sobre la verdad de la desaparición de 113.000 españoles durante la guerra civil, comandada por el genocida Francisco Franco. Es un libro de aproximadmente 200 páginas conteniendo una cantidad impresionante de justificaciones al emprendimiento titánico que estaba iniciando. Debo reconocer que muchas de las cosas que leí se escapaban de mi entendimiento y además tantos precedentes me hacían difícil la ilación de los hechos. Pero algunas conclusiones he podido sacar. Por ejemplo, el juez Garzón, como la ley internacional lo indica, se hizo cargo de la responsabilidad de la investigación del avasallamiento de los derechos humanos en su país y también en los casos de países en donde esta ley no se ejecutaba; con Pinochet cuando salió de Chile a Inglaterra o de Scilingo, el marino argentino que viajo a España, mientras nuestro país tenía suspendidos los juicios por la ley de anmistía promulgada durante la presidencia del Dr. Alfonsín. Es decir que sólo la intervención está permitida cuando el país de origen no se hace cargo del tema. Cuando nuestro gobierno retomó los juicios, Garzón suspendió la investigación.
Pero hay algunas cositas que llaman mucho la atención. El tema Pinochet y Scilingo es anterior al tema español y no trajo ninguna concecuencia para el juez la investigación de estos hechos. La lucha entre la justicia española representada por Garzón y los ingleses protectores del asesino Pinochet fue muy fuerte en su tiempo y nadie negó a Garzon su autoridad e intromisión en el tema, salvo los propios ingleses y el actual presidente chileno y su comitiva de cómplices
Sin embargo bastó que intentara cumplir la ley en su propio país para que le cayera todo el peso del fascismo español enquistado en sus gobernantes y en gran parte de su pueblo.
Es interesante al respecto ver cómo el medio español se endilgaba el derecho del juzgamiento ajeno, propio de los países que se creen desarrollados, y como intentaban evitar el de sí mismos, característico de los países bananeros.
Eso sí, ninguna, absolutamente ninguna de las personas con las que tuve oportunidad de conversar sobre el tema y hasta discutirlo, habían leído los autos del juez. Que si España esto, que si España lo otro, pero de indagar para interiorizarse del tema, nada.
Por suerte los países como el nuestro que intentan ser coherentes con su desarrollo, ya han pedido información sobre el tema a España en cumplimiento de las leyes internacionales, para los casos de crímenes de lesa humanidad.
Pero ojo, estamos solos, muy solos en un contexto internacional donde cada vez importa menos el tema. Y estemos atentos que se viene el segundo juicio a Garzón, su derrota puede ser de una gravedad inusitada. A los gobernantes ya no les interesa, sino fijense en Obama, la primera medida que tomó durante su gobierno fue el cierre de Guantanamo y ahí está, 5 años después, abierto para el repudio.

1 comentario:

  1. Triste, triste y muy sentida la sentencia del juez Garzón.
    Me uno al sentimiento de este artículo y afradezco enormemente que me lo hayan hecho llegar.
    Un abrazo desde España
    Estefanía Acién

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