miércoles, 22 de febrero de 2012

La quiniela del teleperonismo



Enrique Santos Discépolo: ¿Dónde estaba Dios cuando no estaba Perón?

Hace un par de años (soy un hombre históricamente desinformado) me enteraba de la existencia de Mordisquito, personaje de radio al que le monologaba un enfervorizado Enrique Santos Discépolo, las bondades del primer peronismo. Lo primero que pensé al escucharlo fue: “el antecesor de 678”. Y no estaba mal la comparación, porque el protagonista se dedicaba a destrozar los argumentos de los contreras. “¿Por qué hablás si no sabés? ¡Entristece pensarlo! Claro, a vos vino uno y te dijo que ayer mataron a treinta. ¿Dónde están los que mataron? ¿Fuiste al entierro? ¿Tomaste café en el velorio? No, vos no viste nada, vos no sabés nada, pero como alguien te lo dijo, vos lo repetís, y ¿quién se lo dijo a ese alguien? ¿Quién? Ahora me explico: será el mismo que anunció, por ejemplo, que Fulano y Mengano estaban presos. Y entonces, vos venís y me decís, siempre agachado, siempre haciéndote el misterioso: «¡Shhh… la cosa está brava! ¡Los metieron presos a Fulano y Zutano!» Y si te digo que anoche lo vi a Fulano con una rubia y que hoy almorcé casualmente con Mengano, vos me mirás con una lástima tremenda y me decís que es un truco. ¿Cómo un truco? ¿A mi me la vas a contar? ¡Yo estuve con Mengano! ¿Cómo que no? ¿Entonces, quién era? ¿Boris Karloff caracterizado?”



Seis alfonsinistas, a las siete, ninguno morocho

El peronismo supo inventar a Mordisquito y a 678. Productos efectivos por su humor y la utilización de la razón y la argumentación a fines de determinados logros. ¿El radicalismo no tuvo adalides mediáticos? Por supuesto que sí: el programa cultural La cigarra, Mario Monteverde y sus bueyes perdidos o las interpelaciones de Hugo Gambini. Todos programas olvidables. ¿Cuál es el pecado entonces? Ser efectivo. Coti Nosiglia fue el encargado de montar el blindaje mediático durante la presidencia de Alfonsín. Pero ni los anteojos de Monteverde ni la cara de Gambini (acaso más recordado por su paso por la mesa de Sofovich) lograron el efecto deseado. Tampoco el lanzamiento de Tiempo Argentino, diario regido por la Coordinadora del Coti, del cual compré un ejemplar el día de la final del 86 por el simple motivo de ser el único que no había vendido el canillita.

Jugale al cincuenta y cuatro

Pero el objetivo mediático militante se ha logrado con creces. El gobierno puede estar orgulloso de su estrategia, quienquiera que la haya pensado. Lo que me parece es que algunas herramientas ya no son necesarias o deben mutar para serlo. ¿A quiénes pretende hablarle hoy 678? Si al 54 % de votantes afirmativos, entonces debe ir más allá de justificaciones coyunturales. Mostrar dramáticamente la represión en Valencia y cuidar entre algodones (demasiados) a la gobernadora de Catamarca, por imágenes del mismo tenor es subestimar a un teleelectorado que ha sabido diferenciar mentira de verdad, comer la fruta del conocimiento a pesar de la furia de Dios-Clarín. Pero si la idea es seguir creyendo que los opositores son gente desinformada, a la que se convencerá mostrándoles la realidad, olvídense. Ese 46 no-positivo es irremediable. Por razones que desconocemos, o sin ellas, ese segmento será inmune a cualquier revelación que le presentemos.
No dividamos hacia adentro entonces. Permitámonos seguir pensando y debatiendo. Sin tabúes, con argumentos y, si es necesario, sin 678.
El 23 de octubre salió el 54, la vaca. Por ese número… más, por esa gente hay que seguir avanzando. No por los negocios locales de un grupo de dirigentes. Si no, nos transformamos en el 46.



El cuarenta y seis en la quiniela es el "té de Ceylán"

Hablando de vacas, cierro con Mordisquito: “¿A quién le llevás la contra? Antes no te importaba nada y ahora te importa todo. Y protestás. ¿Y por qué protestás? ¡Ah, no hay té de Ceilán! Eso es tremendo. Mirá qué problema. Leche hay, leche sobra; tus hijos, que alguna vez miraban la nata por turno, ahora pueden irse a la escuela con la vaca puesta.” Pongámonos al hombro la vaca, entonces. El 54.

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