martes, 6 de diciembre de 2011

Muchas sillas vacías


Ya ha pasado poco más de un mes de las presidenciales y mucha agua ha corrido antes y después de estas elecciones.
Pero quería reflexionar con ustedes sobre un punto que quizás pueda dar una pauta sobre la calidad de los candidatos, ya que por el eje de la discusión opositora posterior a las elecciones, no parece posible un surgimiento de nuevos valores políticos y entiendo que para las próximas elecciones tendremos luchando por el poder a los mismos. (Salvo Alfonsin que según sus propias palabras no le interesa el poder.)
Las elecciones en España nos dieron la posibilidad de presenciar dos debates entre el candidato del partido popular y del partido socialista. Pero los debates, como en casi toda Europa y EE.UU y muchísimos países del resto de América, son una tradición que no puede ser eludida. Hacerlo generaría una duda entre los votantes, podríamos decir que se asemejaría a un acto de cobardía política. Entonces se pactan cierto puntos sobre los cuales girará el debate, sobre los que no hay acuerdo no se habla y se respeta, pero jamás se elude, seria tan riesgoso que podría inclusive representar la muerte política del que no se presenta.
Ahora, sabemos que los que exigen y presionan el debate son aquellos que dan mal en las encuestas y esperan en el debate remontar lo perdido mostrando su propuesta y la fragilidad de las de su adversario. El que mide mejor no puede evitar el debate pero busca los lugares, las fechas y el temario mas propicio o que le genere más seguridad.
En nuestro país sí se puede evitar el debate sin consecuencias políticas negativas. En la elección de Menem en el 89, éste no se presentó al debate con el radical Angeloz y fue memorable la escena de la silla vacía con Angeloz sentado en la otra esperando la llegada de Menem, que nunca se efectivizó. El radical intentó debatir por todos los medios pero no lo logró. Menem ganó las elecciones y no recibió ningún castigo por su ausencia en el debate.
Filmus en Capital Federal no logró debatir con Macri, porque éste último sólo debatiría en un programa cuyos conductores hacían campaña por él. Filmus aceptaba con la condición de que luego se hiciera otro en un lugar neutral, Macri no aceptó y no hubo debate. En un reportaje radial en el programa de Andy Kusnetzoff, Filmus se comunicó telefónicamente para debatir en ese mismo momento pero Macri se negó. Esto es una muestra de lo antedicho respecto a las condiciones que impone quien mide mejor. En lo personal considero que Filmus debía haber debatido donde Macri eligiera, era su oportunidad de debatir sus ideas y su posibilidad de ganar o al menos achicar distancias.


En las elecciones presidenciales de octubre tampoco hubo debate, pero con una particularidad: las encuestas daban ganadora a Cristina pero ningún candidato opositor exigió a la presidenta un debate, tampoco los medios hegemónicos opositores. Un intercambio de ideas que pusiera en aprietos a la presidenta, un mano a mano que justificara toda la cantidad de cosas que se dijeron durante la campaña; en fin, la posibilidad de convertirse en una segunda fuerza que abroquelara a la oposición y mostrara un liderazgo a mediano y largo plazo. Muchas motivaciones tenían los candidatos opositores para debatir y sin embargo nadie lo pidió, ni siquiera tibiamente. Entonces vino a mi memoria el debate de Dante Caputo y Vicente Leonidas Saadi por el diferendo del Beagle con Chile y que volcó a la inmensa mayoría de los ciudadanos en favor de la posición de Caputo. Era tanta la diferencia conceptual y de conocimiento del tema que hasta dio vergüenza ajena.
Un debate entre Cristina y cualquier representante de la oposición hubiese sido un Caputo-Saadi. Una vergüenza pública de la que no hubieran podido volver. Una sinrazón.
El debate es una forma de acercarse a la ciudadanía, y de respetarla, no sé si ayudan a cambiar de idea pero si pueden poner en evidencia a políticos que irresponsablemente anuncian quimeras y desgracias que luego no pueden ser sostenidas, cuando tienen enfrente alguien que enjuicie sus tesis.
Creo que deberíamos empezar a exigirlos y castigar a quienes se niegan, también es una forma de ejercer ciudadanía.

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